jueves, 6 de junio de 2013

Wolf People

Una de las bandas más interesantes que hay en el panorama musical actual es, sin duda alguna, Wolf People. Procedentes de las islas británicas, en sus discos se puede encontrar una mezcla casi perfecta entre el folk británico de los años 60 (los guiños a Fairport Convention son más que evidentes) y sonidos más pesados que pueden ir desde los Sabbath hasta Tool. Un grupo complejo, pero una vez que entras en su mundo es muy difícil salir. Esta canción, All Returns, pertenece a su último disco: Fain.



lunes, 20 de mayo de 2013

¿Dónde está Rodríguez?





La primera pregunta que me vino a la cabeza al terminar de ver el documental Searching for a SugarMan de Malik Bendjelloul fue: ¿cómo es posible que Rodríguez no hubiese triunfado en la música? Sixto Rodríguez es un músico de origen mejicano, pero afincado en Detroit, que en 1970 publicó su primer disco, Cold Fact. Fue en ese año cuando fue descubierto por dos miembros de la prestigiosa compañía Motown mientras tocaba en un tugurio de su ciudad, y un año más tarde grabó la continuación de ese primer disco bajo el nombre de Coming for Reality. Pero la carrera de Rodríguez se disolvió como un azucarillo a pesar de una voz que suena propia, una maravillosa guitarra acústica que se desgarra acompañando a unas letras de claro contenido social o unas deliciosas grabaciones como la propia «SugarMan», «I wonder» o «Can’tgetaway» que, escuchadas ahora con la perspectiva que nos da el paso del tiempo, deberían haber elevado a su autor a un estatus mucho mayor.

Sin embargo, de alguna manera, una copia de su primer disco llegó a Sudáfrica y allí se convirtió en un auténtico ídolo para los jóvenes del país que vieron en las letras de sus dos discos los ingredientes necesarios para su lucha contra el apartheid que desde la década de los 40 sometía a la población negra. Y continuando con esa carrera que se podría considerar maldita, y gracias al bloqueo internacional que sufría Sudáfrica por culpa de sus políticas, Rodríguez nunca fue consciente del éxito que generó en el país de Nelson Mandela, del que ni siquiera pudo recoger los beneficios que se supone que generó la venta de más de medio millón de copias que, hasta mediados de los 90, había conseguido con Cold Fact. Para terminar de rematar el mito de Rodríguez, en Sudáfrica corría un rumor sobre un trágico final: el cantautor habría decidido poner fin a su vida en mitad de un concierto pegándose un tiro en toda la sesera. Mientras buscaban corroborar este rumor, dos fanes de Rodríguez descubren que todo era una burda especulación y que Rodríguez seguía vivo. Y ese es el argumento del documental que ha conseguido hacerse con la estatuilla a este género en la gala de los Óscar. Los dos fanes consiguen ponerse en contacto con su ídolo y cumplirán uno de sus sueños y el de muchos de sus compatriotas al conseguir llevarlo de gira a Sudáfrica por primera vez en Marzo del 98.
Dejando de lado algunas lagunas que se pueden apreciar en la técnica detectivesca y celebrando que no se centre en la parte biográfica del músico, todo el mundo que sienta algo por la música debería acercarse a la historia de Rodríguez, y posiblemente quedará rendido con las canciones de este artista, mezcla del mejor Dylan y de Nick Drake (no tanto por estilo, si no por el poso de tristeza que se intuye en sus grabaciones).